La depresión es un trastorno, ya sea desde la psicopatología o desde la psiquiatría. La psiquiatría la describe como trastorno del estado del ánimo y su síntoma habitual es un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente.
Pero en mi vida es mucho más que eso.
Yo, veo a la depresión como un agujero.
Un agujero cuya profundidad depende de cuánto te esforzaste en cavar.
O más bien, de cuánto te fuiste hundiendo. Es oscuro, nadie te ve ahí adentro.
Estás encerrado, de manera que tus pensamientos rebotan contra las paredes, y los escuchás una, y otra, y otra vez.
No tratás de salir, porque sabés que es inútil.
No pedís ayuda, nadie te va a escuchar realmente.
Hundís las manos en la tierra del piso, casi como si abrazaras ese estado en el que estás.
Y antes de darte cuenta, se hace la luz.
La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.
Imagináte eso, multiplicado por miles de millones.
Se hace una luz cegadora, porque te están sacando a tirones del pozo.
O eso creés, pero en realidad, sos vos misma, escalando furiosamente como si de repente, ya nada representara un obstáculo a la hora de salir.
Y paso a ver colores, colores vivos y brillantes que me invitan al afuera, a salir de mi pozo y no volver más.
No me acuerdo más del pozo, porque ahora estoy en un estado de flotación.
No sé describirlo tan bien, pero, sé bien que es todo lo contrario al pozo y su oscuridad.
Es como la montaña más alta, casi tocás el cielo.
Nada te va a tirar abajo nunca, no.
Podés sentir todo a flor de piel, y el amor te desborda, querés abrazar a todos.
Querés que sean tan felices como vos !
Pero es un estado pasajero.
Cuanto más alto estoy en ese momento, más profundo es mi pozo.
Porque es pasar de la montaña más alta, al pozo más profundo.
Sin escalas.

[ Me desbordan tanto las emociones, que ya no sé a dónde correr.
QUIERO SALIR ! ]
Pero en mi vida es mucho más que eso.
Yo, veo a la depresión como un agujero.
Un agujero cuya profundidad depende de cuánto te esforzaste en cavar.
O más bien, de cuánto te fuiste hundiendo. Es oscuro, nadie te ve ahí adentro.
Estás encerrado, de manera que tus pensamientos rebotan contra las paredes, y los escuchás una, y otra, y otra vez.
No tratás de salir, porque sabés que es inútil.
No pedís ayuda, nadie te va a escuchar realmente.
Hundís las manos en la tierra del piso, casi como si abrazaras ese estado en el que estás.
Y antes de darte cuenta, se hace la luz.
La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.
Imagináte eso, multiplicado por miles de millones.
Se hace una luz cegadora, porque te están sacando a tirones del pozo.
O eso creés, pero en realidad, sos vos misma, escalando furiosamente como si de repente, ya nada representara un obstáculo a la hora de salir.
Y paso a ver colores, colores vivos y brillantes que me invitan al afuera, a salir de mi pozo y no volver más.
No me acuerdo más del pozo, porque ahora estoy en un estado de flotación.
No sé describirlo tan bien, pero, sé bien que es todo lo contrario al pozo y su oscuridad.
Es como la montaña más alta, casi tocás el cielo.
Nada te va a tirar abajo nunca, no.
Podés sentir todo a flor de piel, y el amor te desborda, querés abrazar a todos.
Querés que sean tan felices como vos !
Pero es un estado pasajero.
Cuanto más alto estoy en ese momento, más profundo es mi pozo.
Porque es pasar de la montaña más alta, al pozo más profundo.
Sin escalas.

[ Me desbordan tanto las emociones, que ya no sé a dónde correr.
QUIERO SALIR ! ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario