Labyrinthe privé, merveille du monde.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El loco que dice buen día.

Íbamos por la calle asoleada,
y en mismo vientito en el que venía el olor de las flores del florista de la esquina, vino la voz del hombre:
"Buenos días... Buenos días... Pero qué linda mañana. Señora, ¿ por qué tiene esa cara tan triste ?
¿ No ve que hoy es primavera ?... No me diga atrevido, señora. Me gusta la gente..., yo quiero a la gente... y si no hablo con la gente, me siento muy solo... ¿ O usted no se siente sola, señorita apurada?... Buen día, señor ; tome una margarita para la solapa del saco... ¡ Vaya una manera de decir que no ! Es primavera y hay que llevar una flor en la solapa. Si no, ¿ para qué sirve que sea primavera ?"
Y así, con su voz alegre, lo fue acercando hasta nosotras dos, mamá y nena con una media caída y la otra no.
Yo ya lo había visto. Lo había visto muchas veces hablando solo, con los ojos azules y límpidos fijos en una distancia color amanecer. Le había visto derramando su " Buen día, señora ; buen día, señor ; buen día, señorita ", como si fuera con una regadera de palabras humedeciendo el tiempo.
Y había visto también el enojo, la sonrisa burlona, o la simple indiferencia de la gente que pasaba a su lado. Algunos insultándolo, otros haciéndole burla, los más sin mirarlo siquiera, como si no existiera.
Verónica se detuvo frente al hombre.
- Buenos días, señora...
- ¿ Es tu amigo, mamá ?
No supe qué contestar. Me tomó de sorpresa la pregunta. ¿ Era mi amigo ? ¿ No era mi amigo ? No sabía...
- Sí, nena linda - Balbuceó él mientras quitaba una flor de los ramos del florista y se la alcanzaba con una mano huesuda y pálida - Tu mamá es mi amiga... Toda la gente es amiga mía... Los viejos, los jóvenes, los chicos... Los perros, los gatos, los canarios... Porque yo fui el que entró a la pajarería y le abrió las puertas a las jaulas de los pajaritos... ¡ Hubieras visto cómo se puso el cielo ese día, de todos los colores, igual a un jardín ! ¿ Cómo te llamás ?
- Verónica, y quiero ser tu amiga... En la plaza yo me hago amiga de todos los chicos... En cambio, las personas grandes son diferentes, ¿ No mamá ?
- A veces...
A veces, o casi siempre, por desgracia.
La gente lo llama " el loco que dice buen día ".
Pero es el único ser que ví con una flor en el ojal en primavera.
Y que en vez de llevar un pañuelo en el bolsillo del saco, lleva una paloma blanca que picotea el aire leve. Y en vez de tener los ojos empañados de envidia, de tristeza, de rencor... los tiene abiertos y hondos, se puede ver en ellos lo que siente, como se ven los peces a través del agua de los riachos del Sur.
Las personas grandes para ser amigas tienen que responder un complicado cuestionario, lleno de signos y de números. No pueden decirle "buen día" a la gente que se cruza con ellas por la calle porque la gente se sorprendería y la llamaría loca, como al hombre de los ojos de niño que te dio esa caléndula y le va cantando al Sol y a la ternura, estremecido por la alegría de trompo y calecita que da vueltas en el mundo de los niños.
Cuando el hombre se alejó, vos me preguntaste:
- ¿ Por qué le dicen loco, mamá ?
- Porque... porque no lo comprenden.
- A mí me parece más loco aquel señor que va con sombrero y traje negro en un día tan lindo.
- A mí también, Verónica.
Tenés razón. Claro que tenés razón. ¿ Cómo va a ser loco un hombre que regala flores y saluda por las calles, cómo va a ser loco un hombre que ama a los viejos, a los jóvenes, a los niños, a los perros, a los gatos, suelta a los pájaros de las jaulas, y sonríe porque el Sol es redondo y amarillo ?
Locos... somos los otros: los que miramos con angustia los relojes, los que no estrechamos las manos de quienes no nos muestran su documento de identidad y no tienen bien lustrados los zapatos, los que ponemos un vidrio de distancia entre nosotros y los demás, con tal de protegernos. Bah, por temor a darnos, por temor a amar, a que nos llamen locos.



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