Siempre es la misma repetición.
Comienza un problema.
Se hace grande.
Se hace más grande.
Lo sigo soportando, o fingiendo que no está.
Enfrentar cómo me siento da paso a emociones que no quiero enfrentar.
Y ahí, es cuando la más mínima cosa, hace que todo explote.
Y cuando empiezo a llorar,
no paro más.

[ No debo de pensar que ahora todo es diferente.
Mil momentos como este quedan en mi mente.
No se piensa en el verano cuando cae la nieve. ]
Es inevitalbe que caiga y forme una bola de nieve. Y no importa que le des la espalda, ya que estás en su camino y tarde o temprano te va a golpear. Pero, mientras tanto, tenés toda esa ansiedad de esperar el impacto y perdés la imagen de lo que está a tu alrededor. Porque sabías que al principio sólo necesitabas la mano para detenerla y ahora ni con todo tu cuerpo podés.
ResponderEliminarAun así, cuando seas arrastrada por eso, vas a saber que el temor era mayor que el dolor que podías sentir. Y una vez que termine, siempre puede salir el Sol y dejarte disfrutar de lo que venga después.
Sí, tenés razón. Lo que más cuesta es aceptar, dejar de huir.
ResponderEliminarY el Sol hasta ahora siempre terminó saliendo, así que bueno, sigo funcionando no? hahah