Labyrinthe privé, merveille du monde.

jueves, 29 de abril de 2010

Fade away.

Nunca pensaste que ibas a EXPLOTAR ?
Que la gente ya no entiende, y que las hojas caen de los árboles para alguien más ?
Que no podés sentirte a salvo nunca, siempre con los ojos en la cara, en la espalda, y en todos lados. Alerta, observando cada objeto, con miedo de sufrir algún daño permanente.
Sintiéndote a corazón abierto, tan frágil y dispuesto a ser lastimado con una sola palabra de boca ajena.
Ya es tan difícil cuidarte, que ni siquiera tratás.
Aguantás todo lo que puedas, lo encerrás en los libros de tu biblioteca, en los frasquitos de la Sal, y en las zapatillas de tu papá.
Caminando con la cabeza gacha, esperando a poder llegar a la soledad de tu cuarto, para así dejar las lágrimas calientes, hirviendo, bajar por las mejillas en silencio y con un poquito de vergüenza.
No sabés por qué ?, pero sentís la hostilidad del aire, sentís cómo todo lo que te rodea, te hace estallar así de fácil y así de rápido, y estallando, alrededor tuyo el campo minado desata furor.
La gente es volátil, y al toparte con alguien que está sintiéndose una bomba de tiempo como vos, todo c o l a p s a.
Todo se quiebra.
Todo explota.
Querés esconderte y desaparecer.
Desaparecer en cada hoja del otoño.
Esconderte en cada canción que la radio toca. Esa canción, que antes tanto te gustaba, y que ahora, pareciera que no significa nada.
Culpar a alguien es más fácil de lo que se cree.
Pero nadie tiene la culpa, nadie puede ser responsable de tu malestar.
Así como vos no sos responsable del de nadie.
Nadie es una isla, y nadie puede vivir encerrado.
Todos colapsamos, nos dividimos, nos fundimos, nos mezclamos, y nos volvemos a separar.
Y yo un día, voy a armar mi mochila, con un poco de música, con un libro que quizá juzgué por su portada, y unas cuantas sonrisas robadas.
Me voy a colgar la mochila al hombro. Sin mirar atrás, agarraré mis llaves, abriré la puerta, y con la actitud concentrada en mis zapatillas rojas, empezaré la caminata al parque.
Porque aunque los enojos, las personas, los malentendidos, las prisas, y todas esas cosas a las que uno se expone tan a menudo con el riesgo de sucumbir a la presión, no van a detenerme de frenar el tiempo un rato, adueñarme de él, y tirándome sobre el pasto, olvidarme de que existo.

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