Labyrinthe privé, merveille du monde.

lunes, 7 de marzo de 2011

Morir.

Pasé por un cementerio, con el colectivo.


Nadie dijo nada.


Nadie se atrevió a hablar.


Es tabú hablar de muerte, de más allá.


Mirando con ojos tristes, la gente teme.


Al ver las tumbas, las cruces, las flores, la sensación me invadió.


Toda esa gente tuvo historia, familia.


Esa gente vivió 100 años, o un día.


Esa gente fue asesinada, o murió naturalmente.


Esa gente se suicidó, o simplemente fue un accidente.


Esa gente murió habiendo sido felíz, o la tristeza misma fue la causa de muerte.


Esa gente alguna vez transitó la calle, alguna vez se sentó donde hoy yo me senté, en ese mismo colectivo.


Esa gente, fueron madres, padres, abuelos y abuelas, hijos, hermanos, vecinos, esposas y maridos.


Esa gente escuchaba música, comía, dormía, cantaba, reía, besaba, abrazaba, soñaba.


Esa gente pudo haber sido parte de mi vida, o llegar a serlo algún día, o quizá, nunca serlo.


Esa gente está muerta.


Esa gente estuvo viva.


Recordar y llevar a alguien en la memoria no es malo, es mantenerlos vivos.




[ Todo está guardado en la memoria. Dueña de la vida, y de la historia. ]

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